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Puede ser grande o pequeño. Son todos iguales.

En una agrupación espiritista cada persona tiene determinada función, de acuerdo al esquema de la casa y los trabajos que allí se realizan.

Como en toda organización, allí hay dirigentes y dirigidos, pero también los encargados de trabajos materiales y los de trabajos espirituales.

Entre los colaboradores hay los que son dóciles y los que son presumidos. Unos con quiénes es fácil de manejar, otros más complicados.  Hay los que están disponibles para cualquier trabajo y los que escogen lo que les gusta hacer. Creen que el Espiritismo es que necesita de ellos.

Cierta vez, conversábamos con un alumno de esas escuelas de evangelización y él nos decía: – Ahora que el curso esta por terminar, voy a dar solamente un día para la doctrina, porque tengo que cuidar también de mi vida personal. Al final, tengo familia y ella depende de mí.

Un argumento justo y claro. El único equívoco es lo de “dar” algo a la doctrina. Nada damos a ella. Ella es que nos da todo. La oportunidad de trabajar, de aprender, de crecer espiritualmente. ¡Y graciosamente! Si hubiésemos comprendido correctamente, “daríamos” siete días para la doctrina, todas las semanas. El día que nuestro amigo iba a dar era el de asistencia espiritual por la aplicación de los pases. Terminado el curso, él ahora sería pasista. Había se formado y no intentava más de estudiar. Sin embargo, estudiar es algo que el espiritista debe hacer permanentemente. Que fuesen, por lo menos, dos días. Uno para donarse y el otro para actualizarse en Espiritismo.

No se trata de posgraduación, pero de esmero incesante. Es notorio que el joven estudió el Espiritismo por algunos años, pero siquiera conoce la recomendación del Espíritu de Verdad, ESE, capítulo VI, item 5: “Espiritistas: améios, es el primer mandamiento; instruíos, es el segundo”. Como buen misero, iría al Centro una vez por semana, solamente. Y no olviden que para la Doctrina de los Espíritus, Espíritu Verdad es un seudónimo del propio Jesus Cristo. Basta leer los textos, con atención.

Creía ya saber todo lo que es necesario para ser espiritista. ¡Qué lamentable equívoco!  Eso ocurre porque los Centros Espiritistas aún no forman grupos conscientes, cohesionados y armoniosos, donde las personas se completan. Observen que en el curso o al final de los trabajos cada uno sale sin mirar por detrás. Se levanta de la silla y se marcha sin tener siquiera el cuidado de reponerla en su lugar.  Como en un restaurante cuando las personas pagan, salen y dejan a cargo del mesero el arreglo del salón. Hacen estrictamente lo que concerne a su función adentro de la casa. Y tenemos de considerar, también, las desarmonías entre compañeros que no se toleran, actitudes que dejan el grupo flaco y desunido.

Los que abren y cierran el centro, generalmente, son los mismos. Los que encienden y apagan las luces, la música y los ventiladores. Son ellos que van a los baños y comproban se están aseados y abastecidos, se hay vaciamientos…

El trabajador de la mediumnidad no se baja para recoger un clip del suelo. ¡Al final, es un médium! ¡Un privilegiado! Y el orador, entonces, ¡doctor en divulgación evangélico-doctrinaria! Ése es que no se rebaja en hacer tareas comunes. Es un experto en la interpretación de las lecciones de Jesucristo. No saben, sin embargo, que la humildad es la marca que adereza y realza a los hombres de verdadero valor. No se recuerdan de ofertar un quilo de alimento para los pobres. ¡Al final, ellos ya ofrecen sus dotes espirituales a los necesitados!

Noten que no hablamos en costas de mantenimiento. Raramente alguien ofrece ayuda para los gastos de la casa. Y mismo cuando llamados a ayudar para hacer frente a las costas que ellos mismos producen (luz, agua, material para limpieza), se esquivan lo cuanto pueden. Necesitan ser recordados y cobrados. ¡Feliz el Centro Espiritista que tiene en su directoria los proveedores de la casa sin depender de los demás. ¡Es una bendición de Dios!

Si no estamos armonizados y formando la gavilla de varas preconizada por Kardec, seremos un Centro Espiritista débil y que poco ejemplo dará a los que participan de la casa. Una gavilla de varas significa un equipo cohesionado y homogéneo. Lo que no quiere decir varas idénticas, pero unidas entre sí, cada cual con una finalidad. 

A quien le gusta detalles, hay una historia de la gavilla de varas:

“Un labrador tenía una familia muy desunida. Después de intentar, sin éxito, reconciliar a los contendedores con palabras, pensó que sería más fácil conseguir por el ejemplo.

Así, llamó a los hijos y mandó que trajesen una gavilla de varas. Atendido, amarró fuertemente las varas todas reunidas y pidió a los muchachos que intentasen quebrar al medio la gavilla así lista. Por más que se esforzasen, uno de cada vez, los hijos del labrador no consiguieron hacer lo que el padre les pedía. Entonces, desamarrando la gavilla, el labrador distribuyó las varas sueltas entre todos, pidiendo que las partiesen. Eso naturalmente fue hecho por todos, con mucha facilidad.

El labrador les dijo entonces: – “Mis hijos, mientras permanezcan unidos como la gavilla de varas, enemigo alguno podrá destruirlos. Separados, cada cual será fácilmente derrotado.”

Es preciso que bajemos todos del pedestal de la fama ilusoria, de los puestos, de los cargos y de la seudo-sabiduría, para formar con nuestros compañeros del Centro un equipo donde el cristianismo sea la marca del grupo. Allí, el presidente debe ser igual a la limpiadora. Un grupo de lo cual Jesus pueda enorgullecerse y creer que realmente valió la pena su esfuerzo, que culminó con el suplicio del Gólgota. Que por lo menos allí, cada uno ame el prójimo como a sí mismo. Es muy triste si Él constata que no puede contar con nosotros y que su esfuerzo ha sido perdido. Que no sabemos aún cuidar a nosotros y, consecuentemente, no tenemos condiciones de ayudar nuestro semejante. Estemos atentos, porque la vida cobra la conducta del que no es vigilante.

En un Centro Espiritista no hay mayor o menor; no hay trabajo importante ni servicio secundario. Todos se entrelazan y para que la causa siga en frente es preciso que todo funcione en la más perfecta armonía. La higiene del Centro, que es tratada como trabajo de importancia secundaria, es fundamental para que los participantes hagan sus tareas sintiendose bien. Nadie mantiene el equilibrio en medio a la basura.

Antes de irnos a las marchas por la paz, implantemos la paz en nuestro Centro. Antes de participar de grandes encuentros nacionales e internacionales, busquemos nos encontrar con los compañeros de nuestra casa. Antes de rezar por la armonía entre árabes y judíos, armonizemonos con aquéllos con quien nos desentendemos y que son nuestros compañeros de tarea.  Es común no saber ni el nombre de ellos. El prenombre, quizá. Pero apellido y otros dados, difícilmente los compañeros conocen.

El título que usamos, adrede, es “Fijese en su Centro”. Haga la prueba. Observe el comportamiento de las personas. Pero observe, principalmente, el suyo y vea si no es hora de cambiar algo en la casa donde usted trabaja. Casi todos, incluyendo los dirigentes espiritistas, vivimos preocupados en llenar la casa para educar el prójimo. Lástima que no apliquemos en nosotros el correspondiente esfuerzo de renovación. Hablamos tan bonito y actuamos tan feo.

No olvide esta frase de sabiduría de autor no identificado:  “Cuando hablar, cuida para que tus palabras sean mejores de que tu silencio.” O como dice André Luiz: “Ve como vives; eres quizá el único Evangelio que tu hermano tiene para leer.”

¡Qué Dios nos bendiga y nos dé discernimiento!

Publicado en la Rie_Mayo_2007

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 Cierta noche, cuando llegábamos en la Casa Espírita para los trabajos, un compañero nos dijo: – Encontré a un amigo con problemas y le recomendé que viniese al NUESTRO CENTRO. Esa expresión hizo con que meditásemos en el asunto.

¿ Porqué Nuestro Centro ? Vamos a algunas consideraciones.

Frecuentamos esa casa espíritista, porque alli nos sentimos bien, sea como participantes, sea como asistentes, y asi vamos llevando la vida. Normalmente lo hacemos una vez en la semana; exagerando, dos.

¿ Pero conocemos de verdad el nuestro centro? ¿ Como ha empezado, quien lo fundó, cuales son las actividades de la casa ?
¿ Aliás, por hablar de la casa, es propia o alquillada ? ¿ Sabemos el valor de las despesas, quien paga la luz, el agua y los impuestos, que estan cada dia más caros ?

¿ Ya paramos para pensar como todo ha empezado ? ¿ Como se dio el “epi-Centro”?

Hoy, cuando llegamos para la reunión, encontramos todo organizado. Gostamos de leer y hay alli una biblioteca, que nos ofrece libros selecionados de la Doctrina Espíritista, sin cualquier pago. Necesitamos de  asistencia espiritual, o nos gustaria de participar de los trabajos de pases, y alli encontramos los equipos formados, que nos atienden. Tenemos un problema familiar, que envuelve vícios y desharmonías, y socorremonos de la entrevista que nos orienta como vencer las dificultades.

Antecedendo o complementando esa colección de oportunidades, deseariamos oir comentarios y explicaciones sobre el Evangelio del Cristo, a la luz de la Codificación Kardequiana y alli está el orador, con una charla preparada.

Vinimos directamente del trabajo profesional y tenemos sed.  El agua está tratada y el baño limpio. Luego, lembramos de poner entre los pedidos de las vibraciones, el nombre de un amigo que tiene problemas. El lápis, el papel, todo alli está a nuestra disposición.

En nustra casa espíritista hay también, como conviene a toda buena organización, mensajes que la Espiritualidad Superior se nos ofrece por medio de mediuns serios y que, como gotas de sabeduría,   nos van equilibrando, poco y poco. Llevamos algunas para la casa, porque nos parecen sob medida para alguién que conocimos.

¿ Y en la primera vez que vinimos al centro ? ¿ Aún nos lembramos ? Fuimos recepcionados por alguién que, atenciosamente, nos habló de todas las posibilidades que la casa  ofrecia: Explicación del Evangelio, Pases, Entrevistas, Escuela de Espiritismo y Educación Mediúmnica, Moral Cristiana y todo lo que hoy conocimos, más o menos.

Cuando estábamos  con algún desequilibrio psíquico, con la mediumnidad querendo estallar, el equipo responsable nos asistió, juntamente con los espíritus, para organizar nuestros “dons” mediúmnicos, con la finalidad de nos capacitar a servirmos y servirnos. Todo gratis y con cariño, ambos cosas raras de encontrarse hoy en dia.

Hay también en la nuestra sociedad un cuadro de avisos. Curioso que casi nadie lo le y, con frecuencia, hay informaciones importantes. Cursos  ministrados en la casa o en otros centros, charlas, promociones, encuentros, campañas, etc. Encontramos en el cuadro las direcciones de periódicos y revistas espíritistas que nos invitan a que hagamos una subscrición. ¿ Por hablar en eso,  Ud que ahora nos le, subscrevió algun periódico o revista ? Un año cuesta menos que un almuerzo sencillo. ¿Já prestigiamos estos hermanos que hacen grande esfuerzo en la divulgación del Espiritismo, generalmente com sacrifício personal ? ¿ Instruímonos y actualizamonos con la Doctrina, como conviene a todo espíritista, o vamos al centro para dormir ? ¿ Reencarnación es algo precioso. Será que lo creemos, de verdad ?

Otra cosa que olvidamos, o siquiera sabemos, es que el centro es una persona jurídica y tiene compromisos legales y fiscales. Tiene su libro de atas, libro caja, entrega su declaración de impuesto sobre las ganancias, paga tasa de funcionamento y publicidad …

¿ Entonces, caberia la pregunta, porqué frente a  tantas dificultades las personas abren centros espíritistas ?

Porque más grande que los problemas es la vocación para la caridad que se está ampliando en los corazones humanos. Cada centro abierto evita que muchas creaturas terminen internadas en manicomios. La orientación evangélica contribuye para disminuir la venta de psicotrópicos, porque organiza el alma y, por consecuencia, harmoniza el cuerpo. Cada reunión de desobsesión saca de las tinieblas espíritus que vivieron desordenadamente y hoy se esclavizan a las necesidades humanas, porque viven en sintonía con la inferioridad de los encarnados.

¿ Y que comportamento hemos tenido junto a la casa que nos acoge ? ¿ Damos más atención a las fallas, verdad ? Criticamos la hermana que recién nos ha atendido sin la sonrisa habitual, sin imaginar que ella podria tener en la casa su esposo enfermo, o desempleado, pero, a pesar de todo, vino cumplir su obligación, manteniendose en su puesto. ¿ Será que solamente nuestros dolores merecen atención ? ¿ Será que todavia pensamos que el trabajador espíritista es invulnerable al sufrimiento ?

        ¿ Y aquella dirigente, rigurosa en la disciplina, que nos llama la atención porque desaparecemos del trabajo, por comodismo o falta de interese, no será nuestra bienhechora ? Nosotros la vemos con penas, con melindres, porque ella percibió nuestra irresponsabilidad. Detestamos ser corrigidos y no soportamos presiones, solo que ellas todavia son necesarias porque estamos vacilantes.

Después de este teorico esbozo de lo que pasa en la casa espírita, donde, por veces, hasta el amor entre las creaturas está ausente, proponemos que todos nos unamos en las tareas del NUESTRO CENTRO. Cuando llegar la hora de la salída, cualquier uno puede cerrar la ventana, desligar la luz y cerrar la puerta. Todos reunidos formamos el Espiritismo, la  redentora Doctrina, que no depende de papas o gurús, de ministros o curas, de maestros o pastores. Es la doctrina del auxílio mútuo, donde no hay mayor o menor. Es la lección que el Cristo enseño a los pocos que podian entenderlo en  su tiempo y que Kardec popularizó, para que un mayor número de creaturas pudiese ser beneficiado. Lamentablemente aún somos pocos.

Sin embargo, cada cristiano que sirve y da ejemplo, ira animando lo que está a su lado para que arregace las mangas y participe también. En este instante de desentendimiento universal, cuando la palabra crisis es la más pronunciada en todos los pueblos, solamente existe una salída para cambiar el pesimismo generalizado entre los hombres: TRABAJO Y CARIDAD.

Al encontrar a un viejo conocido, él me contó:

“Busqué determinado centro espiritista para frecuentar, asistir a las charlas y estudiar el Espiritismo. Deseaba, también, engranarme en los trabajos y ofrecer alguna colaboración.

Al confiar mi intención a un amigo, activo participante del movimiento espiritista en nuestra ciudad, así que yo le dije el nombre de la institución él me desanimo.

Justifico su opinión al comentar que se trataba de un centro radical, muy exigente, lleno de normas y disciplina rigurosa. Seguramente, afirmó, no me gustaría. No me adaptaría. Hay actitudes que, en la opinión de él, llegaban a ser falta de caridad. ¡Por ejemplo, cuando comienzan los trabajos, hasta cierran la puerta, imagine!.

Curioso para saber de lo que se trataba, me dirigí al tal “centro radical”.

Al entrar, cerca de la puerta principal, vi un cartel que prohíbe la entrada de personal con ropas inadecuadas, extravagantes, sensuales y otras.

Me dirigí a la recepcionista que me explicó cuales eran los trabajos de la institución. Me dio también un folleto del centro.

– Tome su pase allí, por favor, y diríjase al salón, completó muy educada.

Ellos nos aplican el pase cuando llegamos. Recibí el pase y después otra persona me ofreció un mensaje e indicó el lugar donde debería sentarme. Por orden, uno enseguida al otro.

Empezó a hablar con el compañero de mi lado, pero fui al instante interrumpido por la encargada del salón que me pidió silencio.

– Aquí no es permitido conversar en cuanto esperamos la charla. Por favor, lea el mensaje o el folleto que luego comenzaran los trabajos.

Observé al lado, todos estaban callados. Parecía un cementerio. Nadie hablaba con nadie. Pero el clima espiritual me parecía agradable. Era un silencio reparador. Fue lo que sentí.

En el horario de comenzar los trabajos cerraran la puerta de entrada, conforme advirtió mi amigo. Los trabadores fueron a una sala de pases y los demás se quedaron en el salón,.

Después de la preparación con la oración inicial, se inició la charla y vi que las personas prestaban atención. Expositor común, lenguaje natural y simple, pero con la correcta postura doctrinaria del día, por lo poco que yo conozco, es evidente.

Terminados los trabajos, pidieron que saliésemos en silencio por que las atenciones de la casa, entrevistas y pases espirituales, aún continuaban.

A pesar de haber rigor en la disciplina, no me pareció exagerado. Al final, somos adeptos de Kardec, un hombre absolutamente disciplinado y riguroso, de Chico Xavier y Emmanuel, el mentor que recomendó al médium que la disciplina era prioridad absoluta en cualquier trabajo.

Como cristianos, recordemos del pasaje de Jesús en que él censuraba a los fariseos, cuando Pedro, preocupado con el rigor de las palabras, temía que todos se fuesen. En tanto Jesús dijo, que ellos podían ir cuando quisiesen, y mismo él, Pedro, si desease podía ir con ellos. De Jesús, recordamos también que expulso a los vendedores, aún que, infelizmente, todos ellos hoy están de vuelta en los diferentes lugares, en la diferentes doctrinas.

Se dice en el Espiritismo que la cualidad es más importante de que la cantidad. En el tal centro que yo fui, pienso que ellos también creen eso, ya que son tan rigurosos.

El centro no estaba vacío. El público, para el tamaño de salón, era hasta razonable. Ocupaban de sesenta a setenta por ciento de las sillas. Sentados uno al lado del otro. Pero nada vi que desacreditase o algo que caracterizase como falta de caridad insinuada por mi amigo.

Con deseo de conocer mejor, volví a la semana siguiente y pregunte que otros beneficios el Centro me ofrecía además de la charla. La misma recepcionista repitió lo que ya había explicado en la reunión anterior y dijo que yo podría pasar a la entrevista. Me pareció buena oportunidad para preguntar sobre algunas cosas que para mí no quedaron muy claras. Me dio una ficha, me senté en el salón y aguardé mi oportunidad.

En la atención fraterna, nombre que se da a esas conversaciones en privado u orientación espiritual, pregunté a la entrevistadora:

– ¿Por qué tenemos que sentarnos uno al lado del otro y no en el lugar que más nos agrade?

Después de algunos preámbulos, explicó que es para que las personas puedan relajarse, meditar, leer, sin ser incomodadas por los que llegan después. Como todos van salir en el mismo horario, no hay diferencia. Si el que viene primero se sienta en el lado del pasillo, los otros lo incomodaran. Mejor sentarse el la primera silla libre y los otros en las que siguen.

Me pareció razonable.

– Y ¿Por qué cierran la puerta al iniciar la reunión? Fue mi pregunta siguiente.

– Para que los trabajadores también puedan asistir a la charla sin tener que quedarse atendiendo a los que llegan habitualmente atrasados, y solo quieren recibir el pase, y para que los retrasados no incomoden a los que son puntuales ni perturben el raciocinio del expositor. Existen los que imaginan que se vienen a última hora para el pase tendrán toda la atención que necesitan. Desconocen que la charla enseña y libera encarnados y desencarnados que conviven y tienen comportamientos conjuntos.

Después de la explicación, me pareció que es una forma de respetar al prójimo…

– Y ¿Por qué no se puede conversar, antes de comenzar la reunión propiamente dicha, bajito y discretamente?

– Porque así que entramos en el centro, los espíritus ya están cuidando de nosotros y también nos usan para ayudar a quien necesita más. Ellos trabajan el tiempo entero y no como nosotros, solo con horario marcado. Y la química y la manipulación de los fluidos es algo que aún desconocemos. Además, las conversaciones jamás serían sobre el Evangelio o la Doctrina y si sobre problemas que quedan del lado de afuera. La reunión espirita es una pausa en la correría del día a día. Es momento para serenarnos.

Nunca había pensado de esa forma, pero agradecí por la explicación.

En cuanto a las ropas, ni pregunté, porque entiendo que para cada lugar tenemos que usar la vestimenta apropiada. Y si hablamos de espíritus inferiores, tanto nosotros como los desencarnados, la sensualidad no nos ayuda a liberarnos del atraso. Es algo elemental y bien fácil de entender.

Como los rigores de los que hablo mi amigo no me incomodaron ni invalidaron el trabajo que ellos hacen, creo que ellos tienen el derecho de dirigir la casa conforme desean los responsables. Si en el movimiento espirita se dice que el dirigente es el guardián de la doctrina dentro del centro y que la causa es más importante que la casa, tiene sentido la forma como ellos administran la institución.

Después que salí de la entrevista, recordé del orador José Raúl Teixeira. Él pregona que no debemos traer al Centro Espirita los hábitos de la calle, pero llevar a la calle lo que aprendemos en el Centro Espirita. Solo así ayudaremos a la mejora de la sociedad.

He vuelto al centro, a pesar de lo radical, pues me siento bien en cuanto estoy dentro de sus cuatro paredes. Se respira disciplina y armonía y ya estoy hasta habituándome a las normas de la casa.

Como aprendí tanta cosa, me voy quedando por allí”.

Texto traducido por Maria Renee San Martin Gomes

patmos25@gmail.com

Publicado en la Rie_Noviembre_2006

El hombre encarnado no es un cuerpo que tiene un espíritu, sino que un espíritu que ocupa, temporáneamente, un cuerpo. Su origen es espiritual y no prioritariamente material, como es costumbre tratarlo.

Creados por Dios en día que se pierde en la eternidad del tiempo, durante largo período vivimos solamente como un principio espiritual, buscando los primeros conocimientos.

Preparados para vivir en el mundo de los hombres, nosotros, espíritus, pasamos a utilizarnos de un cuerpo físico, una organización perfecta, que nos permite aprender, enseñar, recibir y servir, en la búsqueda de la evolución.

Espíritus todavia retrasados, vivimos como hombres de las cavernas, en la Tierra o en otros mundos, cuando nuestra prioridad era procrear, comer y sobrevivir. Posteriormente, otros valores se incorporaron a nuestros deseos y hoy, en un mundo de mucho dolor, de tentaciones, deseamos avanzar lo cuanto podamos.

Es innegable que el Espiritismo nos ofrece rumbos más directos para ese crecimiento, porque más que mostrarnos las implicaciones que nuestras actitudes tienen en la vida presente, alértanos para las consecuencias de esas actitudes en el mundo espiritual y en las próximas encarnaciones.

Todas las campañas contra los vicios enfatizan los males que ellos provocan en el cuerpo, lo que no se puede negar. El fumante compromete el pulmón, la garganta, el sistema circulatorio. El que toma, lesiona el hígado, lengua, puede tener espasmos cerebrales. Quien practica el sexo sin responsabilidad, puede transformarse en un maníaco, lo que lo lleva al estupro y a las habituales promiscuidades, de todos los tipos. El drogado será siempre un alienado y por no dominar su voluntad tendrá actitudes irresponsables e inexplicables. Todo por la dependencia química.

Lo peor de esa dependencia es la comprobación de la incompetencia del individuo para resistir al arrastramiento de los vicios. Alguién que no pase sin su taza de café después del almuerzo, o no pueda dispensar el postre, es también un dependente químico. Si los males físicos no tienen la misma intensidad de los causados por las drogas, espiritualmente representan la misma esclavitud.

Es recomendable que una vez o otra cambiemos nuestras costumbres para mostrar al cuerpo, pués es el que exige la dosis diaria de químicos, que la soberanía es del espíritu. El es el señor y no el esclavo.

Por las razones mencionadas, no es lógico que tratemos a nosostros mismos como el nuestro espíritu. Da la impresión que somos tres, como la “Santísima-Trinidad”: Yo, Mi Cuerpo y Mi Espíritu. O sea, yo mando en los dos, en el cuerpo y en el espíritu, definiendo lo que es mejor para ambos. Y cuando yo muera, mi cuerpo se deshace y “mi espíritu” que trate de resolver sus problemas y enfrente las responsabilidades por los errores que cometió.

Cuando ese lenguaje sea diferente, yo diré mi cuerpo, pero jamás diré mi espíritu. Mi espíritu será sustituido por “yo”. Asi, diré que el trabajo en favor del prójimo es importante para mi evolución (no para la evolución de mi espíritu) y será normal decir que el cuidado con la higiene es fundamental para la salud de mi cuerpo. La conscientización de que el “yo espiritual” seguirá viviendo y hoy el está preparando su futuro frente a la eternidad, dará a cada uno de nosotros una definitiva responsabilidad. Somos nosostros que vamos responder y reencarnar. No “mi espíritu”.

Puede parecer dispensable esa advertencia, pero la cultura religiosa de veinte siglos nos ha enseñado todo de manera deturpada. Ni mismo que reencarnaríamos nos informaron. Sugerieron que aprovechásemos la vida al máximo porque al morir todo se acababa. No había razón para luchar, mejorar, ser desprendido, ayudar el otro, si al final todos tendriamos la misma suerte. Por esa razón, a partir del lenguaje nace la conscientización. Hablaremos de nosotros, no de un hipotético “nuestro espíritu”. Nos convenceremos de que estamos viviendo la preparación de nuestro futuro y no de un ser que se transforma en humos o se pierde como gota en el océano. El futuro será bueno o malo, conforme lo programarmos. Material y espiritualmente.

Cuando conjugamos el verbo, empezamos por “yo”. Cuando hablamos una frase, nos ponemos siempre en la frente. Está ahi un velado egoísmo, sin que percibamos. Raros son los que dicen “Mi amigo y yo fuimos”. Generalmente la frase será “Yo y mi amigo fuimos.” Pero es indiferente, diran. Parece indiferente, pero la verdade es que nosotros nos ponemos siempre antes de los outros.

Vivimos esclavos de las costumbres y ellas determinan lo que somos. A partir de las expresiones de lenguaje, podremos cambiar conceptos y comportamientos.

En ese día no más diremos “mi espíritu precisa evolucionar”. Afirmaremos, con seguridad, “yo preciso evolucionar”.

Artículo publicado en la RIE, deciembre 2000

 

L’uomo incarnato non è un corpo che ha uno spirito, ma uno spirito che occupa, temporaneamente, un corpo. La sua origine è spirituale e non prioritariamente materiale.

Creati da Dio, in un giorno che si perde nell’eternità dei tempi, durante lungo periodo siamo vissuti solo con il principio spirituale, realizzando le prime conoscenze.

Preparati per vivere nel mondo degli uomini, noi, gli spiriti, passiamo ad utilizzare un corpo fisico, un’organizzazione perfetta che ci permette di imparare, di insegnare, di ricevere e di servire, in cerca dell’evoluzione.

Spiriti ancora ritardati, abbiamo vissuto come gli uomini delle caverne, sulla Terra e in altri mondi nel periodo in cui la nostra priorità era procreare, mangiare e sopravvivere. Posteriormente, altri valori si sono incorporati ai nostri desideri, e oggi, in un mondo di molto dolore, di tentazioni, desideriamo evolverci quanto possibile.

È innegabile che lo Spiritismo ci offre una guida più diretta per questa crescita, perché più che mostrarci le implicazioni che le nostre attitudini hanno nella vita presente, ci allerta sulle conseguenze di queste attitudini nel mondo spirituale e nelle prossime incarnazioni.

Siamo costantemente messi in guardia sul fatto che: il fumatore compromette i polmoni (anche col fumo passivo n.d.r.), la gola, il sistema circolatorio; l’alcool compromette il fegato, la lingua e può causare spasmi cerebrali. Chi pratica il sesso irresponsabile può trasformarsi in un maniaco, ciò può portare allo stupro e alle abitudini promiscue di tutti i tipi. Il drogato sarà sempre un alienato e perché domina la sua volontà avrà attitudini irresponsabili e inspiegabili, tutto a causa della dipendenza chimica. Il peggio di questa dipendenza è la comprova dell’incompetenza dell’individuo per resistere alla forza del vizio.

Dal momento che è il nostro corpo ad esigere dosi quotidiane di chimica, è raccomandabile alternare di tanto in tanto le nostre abitudini per far notare che la sovranità è dello spirito. Lo spirito deve essere il signore e non lo schiavo.

Per le ragioni di cui sopra, non è logico dare l’impressione di essere in tre: Io, il Mio Corpo e il Mio Spirito. Ovvero, io comando ambedue – il corpo e lo spirito. Così, quando morirò, il corpo si decomporrà e il mio spirito andrà a risolvere i suoi problemi e ad affrontare le responsabilità per gli errori che io ho commesso.

Solo quando questo linguaggio sarà diverso, dirò “io”, giammai il mio spirito. Così dirò che il lavoro in favore del prossimo è importante per la mia evoluzione, non per l’evoluzione del mio spirito e sarà normale dire che la cura con l’igiene è fondamentale per la salute del mio corpo. La coscienza che l'”io spirituale” vivrà per sempre e che oggi egli sta preparando il proprio futuro, darà a ciascuno di noi una definitiva responsabilità. Saremo noi a rispondere per i nostri errori e reincarnare, non il “nostro spirito”.

Può sembrare dispensabile questa avvertenza ma la cultura religiosa di venti secoli ci insegnò tutto in modo deturpato. Non ci informarono neppure che saremo reincarnati. Suggerirono che profittassimo la vita al massimo, perché finiva tutto con la morte. Non c’era ragione per lottare, migliorare, essere meno materialisti, aiutare il prossimo, se alla fine tutti avremmo avuto la stessa sorte. Dal linguaggio nasce la coscienza. Parleremo di noi non come di un ipotetico “nostro spirito”. Ci convinceremo che stiamo vivendo, ora, la preparazione del nostro futuro e non di un essere che si trasforma in fumo o si disperde come goccia nell’oceano. Il futuro sarà buono o cattivo a seconda di come lo programmeremo – materialmente e spiritualmente (oggi è il risultato di chi eravamo ieri n.d.r.).

Viviamo schiavi delle abitudini e loro determinano ciò che siamo. A partire dalle espressioni di linguaggio possiamo cambiare concetti e comportamenti.

In questo giorno non diremo più “il mio spirito deve evolvere”. Affermeremo, con sicurezza, “io debbo evolvere”.

 

Articolo pubblicato su RIE dicembre 2000 pag. 505

Testo in italiano per Regina Zanella

regina@sentieridellospirito.it

A imagem acima é um risco para pintura em óleo sobre tela, de Leonardo da Vinci.
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